De la genialidad de su trazo han nacido 457 edificios en varios continentes. Pionero en la exploración de las posibilidades constructivas, el brasileño se atrevió a romper con la monótona racionalidad imperante en los años 40.
En su obra se destaca la originalidad de su trazo e imaginación a la hora de proyectar edificios. Niemeyer fue el principal responsable de algunos icónicos edificios públicos de su ciudad como el Congreso Nacional de Brasil, la Catedral de Brasilia, el Palacio de Planalto y el Palacio da Alvorada.
Describía su audaz estilo como una “arquitectura de la invención”, con construcciones que asemejan esculturas abstractas cuyas sorprendentes líneas influenciaron a varias generaciones de arquitectos. “El contenido plástico del concreto armado es tan fantástico que este es el camino a seguir”, afirmó.
El brasileño siempre exploró una arquitectura libre que huye del excesivo racionalismo y redundó en el uso y abuso de las curvas, con las que ha buscado reflejar el perfil femenino y romper con todo tipo de convencionalismos.
Por su revolucionario trabajo se convirtió en un ícono de Brasil, a la altura del pionero de la Bossa Nova Tom Jobim y de la leyenda del fútbol Pelé.
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